En esas cajitas guardo los pedacitos de la felicidad. Porque la felicidad no es un enorme friso en la pared, sino un rompecabezas de pieza diminutas que se arma de a poquito.
Y no tiene una figura fija, preconcebida, sino varias figuras, todas cambiantes, que pueden variar según los días, según las horas, según los lugares…
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